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miércoles, agosto 24

LAS SEÑALES Y NUESTRO CUERPO

Un día de esos, en los que las ganas de escribir me llegaron de repente, estaba yo contándome una historia o más bien tratando de inventarme una historia o un cuento, para mi proyecto, el grupo de apoyo y entonces comencé a escribir lo siguiente:

¿Te has fijado en las señales de tránsito, las de la carretera al salir de viaje o las que están dentro de un hospital, que indican una ruta de evacuación?

Todas ellas tienen una razón de estar, creo que no son para adornar y mucho menos para fastidiar y aunque ya sabemos para qué están y cual es su función, muchas veces solemos ignorarlas.

Ya me multaron por ignorar las señales respecto a la velocidad y lo que dije fue “hágame la multa ya porque tengo prisa” jajaja, el policía multándome por ir a exceso de velocidad y todavía apurándolo para que me hiciera la multa porque la mujer llevaba prisa.

¿Te das cuenta que vivimos en un mundo de pisa y corre, en el que solo queremos llegar, sin saber cómo, pero queremos llegar e ignoramos todas o la mayoría de las señales? ¿Por qué? Comodidad, quizás.

Así como las señales de tránsito están para prevenirnos y cuidarnos al ir manejando, vamos escuchando música, pensando en mil problemas, en que comerás y a tres metros enfrente está el semáforo en verde y los carros pasan y pasan dirigiéndose a su hogar, a su trabajo, con sus amigos, al cine o al café y llega un momento en que la señal cambia de color y se vuelve amarilla, que nos indica que está a punto de aparecer el rojo y que es necesario disminuir la velocidad para que no suceda un accidente y automáticamente disminuimos la velocidad porque sabemos que detenernos es mejor que apresurar el paso, pocos segundos después la señal se vuelve roja y entonces los autos están en paz y tranquilos, porque han hecho caso a esa señal.

La señal está para prevenirnos, para ayudarnos a saber cuándo es necesario disminuir la velocidad y cuándo es tiempo de emprender el viaje nuevamente.

Así es nuestro cuerpo, como una señal de tránsito, como un semáforo, que va enviando señales que indican que es necesario disminuir la velocidad para en un momento dado detenernos y volver a emprender el viaje tranquila y saludablemente.

Y las opciones que tengo son ignorar o prestar atención a todas esas señales.

Por lo regular en el semáforo tratamos de evitar el rojo porque indica detenernos y detenernos no es malo, es oportunidad para observar y conocer alrededor y para ello, así como ya conozco lo que significa cada color del semáforo, conocer mi cuerpo y todas esas señales que me envía, me dan la oportunidad de elegir como quiero ir: A) a alta velocidad, B) disminuirla o C) detenerme.

Todo dependiendo de las señales que se me envíen. A veces pudiera ser un dolor de cabeza, en otras dolor articular, insomnio o fatiga, no sé que señales te pudiera estar enviando para decirte: "Es momento de ..."

¿Y tú conoces ese cuerpo, has identificado ya esas señales?

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